El movimiento de los animales es fundamental para el funcionamiento de los ecosistemas.
El movimiento de los animales es fundamental para el funcionamiento de los ecosistemas.
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SCIENCIE

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Los humanos limitan los movimientos de los animales

Hasta el siglo pasado más o menos, el movimiento de animales silvestres era relativamente sin restricciones.

Los seres humanos cambian paisajes enteros, con sus ciudades y carreteras, su agricultura y explotación de recursos naturales, y esto afecta a la movilidad de los animales, según un estudio que constata que en aquellas zonas del planeta donde la "huella humana" es mayor los animales se desplazan menos.

Y esto tiene "consecuencias significativas" en el funcionamiento natural de los ecosistemas.

Estas son las principales conclusiones de un trabajo que publica la revista Science liderado por la investigadora Marlee A. Tucker, de la Universidad Goethe de Fráncfort (Alemania), y que cuenta con la participación de más de cien investigadores, entre ellos el español Pascual López-López, del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia.

El estudio se ha hecho gracias a la monitorización por GPS -instalados en collares- de 803 mamíferos de 57 especies en todos los continentes menos la Antártida, lo que convierte a esta investigación en la primera en lograr un mapa global de la movilidad de los animales, explicó a Efe López-López.

Así, se recopiló información de bases de datos sobre el rastreo de animales como leones, cebras, ciervos, jabalíes, zorros o murciélagos, entre otros, que luego se comparó con el "índice de huella humana" que mide la influencia humana en los paisajes.

Los científicos consiguieron demostrar una reducción de los movimientos de los animales en áreas con alta huella humana: de promedio, los mamíferos que viven en los hábitats más modificados por el hombre se desplazan de dos a tres veces menos distancia que aquellos que viven en zonas con poca o ninguna intervención humana.

Este patrón se repite en todo el mundo, afirman los responsables de esta investigación, que concluyen que las infraestructuras humanas -carreteras, trenes o ciudades- perturban y fragmentan los hábitats de los animales salvajes, lo que limita sus movimientos.

"Cuanto más cerca de los seres humanos y de sus infraestructuras, más pequeños son los hábitats utilizados por diversos tipos de animales", relata en una nota Martin Wikelski, otro de los autores y director del Instituto Max Planck de Ornitología en Alemania.

Todos los organismos necesitan espacio y lo necesitan para reunir recursos o encontrar compañeros; por ejemplo, los murciélagos necesitan espacio para hallar y consumir insectos y polinizar plantas, y los depredadores necesitan espacio para cazar y controlar a otras poblaciones de especies, como es el caso de los topillos -una plaga daña la agricultura-, apunta por su parte López-López.

Por lo tanto, la reducción de estos desplazamientos puede tener consecuencias para los ecosistemas: por ejemplo, provoca una reducción de la dispersión de semillas, cambios en la cadena alimentaria, una disminución en el número de animales o un descenso en el control de la transmisión de enfermedades entre mamíferos.

No obstante, como siempre en la naturaleza, hay especies que ganan, como los carroñeros, que se alimentan de los deshechos humanos y vivir cerca de ellos les compensa, agrega López-López.

Para el investigador español, este estudio enseña una realidad ya existente que está modificando los ecosistemas, así que, cada vez más, a la hora de construir carreteras o vías ferroviarias se tendría que tener en cuenta la movilidad de los animales y, en la medida de lo posible, eliminar o reducir las barreras físicas.

El lince ibérico sería una de las especies que saldría ampliamente beneficiada, ya que uno de sus principales problemas de mortalidad es el atropello en carreteras, subraya.

El siguiente paso es hacer un mapa de este tipo con aves de todo el mundo, en lo que ya están trabajando.

EFE

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